martes, 9 de diciembre de 2014

Tenga cuidado: si se acomoda en su trabajo, puede ser el primer despedido.

¿Controla su trabajo de tal manera que carece de alicientes y desafíos? Está al borde de la rutina, la apatía y el acomodamiento, tres situaciones que, si no cambia, pueden hacer mella en su carrera profesional, en su desempeño y, al final, le pueden costar el puesto.
Cuando su trabajo se convierte en rutinario y carente de desafíos, significa que te usted ha ingresado en la llamada "zona de confort"
Controlar una actividad laboral lleva al apoltronamiento en el puesto y, lo que es peor,cuanto más cómodo el empleado se siente, más descuida la iniciativa, el entusiasmo y todas esas cualidades que hace años le valieron un contrato laboral, el mismo que ahora pende de un hilo a menos que no cambie, relata un artículo publicado por Expansión.
José Ignacio Jiménez, socio director general de Talengo, señala al diario español que "los perfiles que realizan un trabajo más interno o de back office y, por tanto, menos expuestos al cliente, son los más proclives a bajar la guardia. La exposición al cliente supone una mayor presión y unos objetivos, además de una actividad más variada en el día a día, que hace que el acomodo sea menos obvio". 
Pero, a veces, como explica Andrés Fontenla, director general de Fontevalue Consulting, "la persona puede tener una mayor propensión a acomodarse o bien se debe a que atraviese una fase vital que le desconecte del trabajo."

Sea como fuere, conviene recordar que nadie es imprescindible y que hay que estar alerta, sobre todo si cree que la empresa en la que lleva algún tiempo es la que más le interesa, ya sea por motivos profesionales o personales.
Sin embargo, Julio Moreno, socio de Korn Ferry, hace a Expansión una precisión importante: "Una persona tiene todo el derecho a permanecer en el mismo puesto durante años y a no promocionar. Cosa distinta es si esta decisión supone un bajo rendimiento en la posición que ocupa, o que no esté alineado con los objetivos empresariales, es decir, que dificulte la innovación o aquellos cambios que le pueden sacar de su zona de confort".
Moreno señala que estos acomodados suelen proliferar más en los perfiles técnicos "que tienen un componente de experto elevado y ciclos de carrera mucho más largos que otros. Son menos habituales en áreas de gestión que normalmente ocupan personas que poseen una motivación competitiva y más emprendedora."
Los detonantes
Para detectar si usted padece de acomodamiento, el socio de Korn Ferry propone plantear una pregunta muy simple: "¿Qué he aprendido en mi puesto? Si día tras día la respuesta es nada, quizá ha llegado el momento de pensar en otras cosas. Otro de los detonantes es el tiempo de permanencia en el puesto. Cuando se supera el estándar, ahora fijado en unos tres o cuatro años -muy por debajo de los siete de hace una década-, la persona debe pensar si realmente existe algún elemento para permanecer en su zona de confort."
Cuando el arranque de un nuevo proyecto ya no lo ilusiona o el ejercicio de sus responsabilidades tampoco implica un reto, son otras de las señales que identifica Fontenla.

Para este experto en executive search, "la cura es lanzarse a la búsqueda de nuevas oportunidades en el ámbito de la propia parcela o en nuevos territorios de la empresa". 
Caer en la apatía es lo más perjudicial para su carrera profesional y, lo que es peor, puede ser detectado como bajo desempeño, motivo de despido cuando menos se lo espere.
No obstante, Fontenla matiza que el problema no siempre es achacable al profesional: "Se han de encender las alarmas internas si el origen de la pasividad es por cuestiones de raíz más profunda, por ejemplo, por una relación deteriorada con jefes o compañeros, porque se ha desgastado la confianza con la empresa, o simplemente el modelo de negocio no convence."

"En estos casos es sintomático cuando el individuo no está dispuesto a ajustar sus horarios ante los imprevistos importantes que surgen en el trabajo, sino que supedita todo a su propio plan", añade en diálogo con Expansión.

Jiménez anima al profesional que acude al trabajo sin alicientes, que levante la mano para solucionar su problema: "Debe hablar con su responsable directo o con Recursos Humanos y solicitar más proyectos, un cambio de departamento, formación o un destino internacional si procede". 

Y a su vez advierte de que si "el acomodo se traduce en síndrome de brazos caídos y además se combina con realizar otras actividades paralelas al trabajo por el que uno está empleado, puede ser causa de despido procedente"
Pero también es conveniente hacer examen de conciencia porque, según Fontenla, "la falta de compromiso puede evidenciar la incapacidad de enfrentarnos a nuestras limitaciones. Se inventan excusas, se culpa al jefe o a la propia empresa. También se adopta un actitud defensiva contra las opiniones de los demas, cuando no nos conviene. Nos cerramos en nosotros mismos, en vez de afrontar las propias limitaciones y poner en marcha un plan de superación.".

La superación
Ponerse retos, lanzar iniciativas dentro de tu área de actividad y ser muy proactivo puede ser la solución al acomodamiento laboral, relata Expansión. 
Fontenla lo denomina "enfoque de mejora continua". Planteamiento con el que coincide Moreno: "Un profesional que quiere seguir en su puesto, tiene un alto rendimiento y consigue sus objetivos de calidad siempre va a ser considerado una pieza clave para el funcionamiento de la organización."
Y, si no lo desea, tampoco hace falta que cambie de empresa para crecer. El socio de Korn Ferry recuerda que "existen compañías que rotan de posición al 20% de su dotación para que desarrolle otros conocimientos y capacidades". 
Asumir este cambio de buen grado es el principio para salir de la zona de confort, ser más empleable y, por tanto, si se produjeran despidos, estar más preparado para asumir otro rumbo profesional, concluye el diario español.
A través de iProfesional.com

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